domingo, 1 de diciembre de 2013

Leyendas


LAS PINTURAS DEL TEMPLO DE FLAMACORDIS

Platican que hace muchos años llegó un indito a Flamacordis y pidió permiso a los frailes del templo para que lo dejaran quedarse a dormir esa noche en la iglesia, en ese tiempo no querían que nadie entrara porque lo acababan de terminar, aún así le dieron permiso y se quedó solo en el templo.
El indito sólo llevaba un morralito.
cuando fueron a despertarlo a la mañana siguiete quedaron sorprendidos ya que el indito no estaba pero las puertas estaban atrancadas por fuera y no había modo de que saliera.
Cuando los frailes entraron al templo ya estaba pintado.
Nadie supo quien era el indito, sólo quedaron las pinturas que hizo en sólo una noche.


LA PILA DE LAS CULEBRAS

A finales del siglo XIX vivían en Tapalpa, Jalisco cuatro comadres a las que se les conocía como las Marías Lenguas por lo argüenderas que eran.
En una de las tantas ocasiones en que se reunían, llegó el indio Macario, de quien se decía era un brujo otomí cuyos poderes eran extraordinarios, al ver a las Marías que si seguían haciendo daño a las personas con sus venenosos chismes pagarían las consecuencias.
Ellas se rieron de Macario y lo insultaron agresivamente, entonces les dijo: "Les di una oportunidad para que recapacitaran y cambiaran sus costumbres, pero los hábitos los tienen tan arraigados que pagarán con el castigo que merecen" y expresó en otomí un conjuro, tomando agua de la pila mojó a las Marías.
Al instante las mujeres comenzaron a contorsionarse en extrañas convulsiones, cayeron l suelo y se convirtieron en serpientes.
"Para que eso sirva de ejemplo a todos los que no saben los daños que causan con sus intrigas y torcidos chismes, quedaran por siempre como culebras de piedra" dijo Macario.
El se fue y en el búcaro de la pila quedaron grabadas, ya petrificadas, las cuatro Marías


LA TUMBA DE LAS ROSAS

Cierto día una señora iba caminando por el campo cuando tropezó con algo, miró hacia abajo y encontró un crucifijo roto. Lo recogió y llevo a su casa, lo puso en su sala y lo rodeo de flores y veladoras, siempre lo trató así.
Nunca le faltaron flores o veladoras, hasta que un día enfermó y los doctores determinaron que ya no se podía hacer nada.
La señora les decía a sus familiares afligidos: "No lloren, pues el Señor en un sueño me ha dicho que así como yo lo recogí y lo llene de flores, ahora el llenaría mi tumba de flores"
Y así fue, la señora murió y a los pocos días comenzaron a salir flores sobre la tumba pero de una forma muy peculiar, en vez de crecer hacia arriba, las flores formaban dos salientes que parecían proteger la tumba con un constante abrazo.
Desde ese día no hay día que falten flores en la tumba de esta señora tan generosa. 


LA APUESTA

En una reunión de amigos que estudiaban medicina en el Hospital Civil se le ocurrió a uno hacer una apuesta con sus compañeros, entraría al Panteón de Belén a las ocho de la noche y para constatar su presencia clavaría un clavo.
A las ocho de la noche, como estaba acordado, el joven brincó la barda y caminó hasta el fondo del panteón y clavó en la pared pero al querer retirarse notó que alguien o algo detenía su saco, se llenó de miedo y horror a tal punto que perdió la conciencia, sus compañeros lo esperaron una hora y al ver que no salía fueron en su búsqueda pero ya era demasiado tarde pues el joven ya había muerto.
Lo hallaron en el suelo con el saco sujeto a la pared con aquel clavo que el mismo había clavado.
Se dice que también los compañeros del muchacho enloquecieron.


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